Si hemos aprendido algo en todos los años que hemos dirigido clases de crianza es esto: El proceso de crianza es una serie de transiciones en las relaciones. En nuestra carta de las Etapas de Crianza describimos cuatro etapas y su proceso.

Desde el Nacimiento a Trotón – Etapa de Disciplina

Desde Trotón a la Niñez – Etapa de Entrenamiento Básico

Desde la Niñez a la Adolescencia – Etapa de Entrenamiento Avanzado

Desde Joven Adulto a la Adultez – Etapa de Mentoría/Amistad

Comúnmente es dificil para los padres poder transicionar de una a otra de estas etapas y hacer los ajustes necesarios en la relación por la inversion emocional que requiere cada una de las etapas anteriores. Nos podemos mantener cómodos en la manera en que nos relacionamos con nuestros hijos y pasamos por desapercibido el hecho de que nosotros mismos también debemos pasar por la transición hacia la próxima etapa. Finalmente, necesitamos movernos hacía un equilibrio en la relación con nuestros hijos. Puede ser difícil imaginarse esto cuando son pequeños pero, ¡ésta debe ser la meta de nuestra crianza!

La transición de la niñez a la juventud de nuestros hijos no fue fácil para nosotros. Eso fue porque los años entre seis a diez fueron muy especiales para nosotros y teníamos un fuerte apego emocional a todas las alegrías que experimentamos durante esos años. Hubo muchas vacaciones grandiosas, fiestas, momentos familiares divertidos y, subconscientemente, ¡no queríamos que nada de este preciado tiempo terminara! Pero Trevor y Alex continuaban creciendo y nosotros también necesitábamos evolucionar y crecer en nuestra relación con ellos. Ellos necesitaban que, como mamá y papá, emocionalmente dejáramos los años de niñez y así permitirles más libertad/responsabilidades para crecer y madurar. Hubo momentos en que, sin darnos cuenta,aún pensábamos y nos relacionábamos con ellos como si fueran niños de ocho y seis años.

Ahora adelántese y visualice a su preciado hijo como un adulto. Ya se ha graduado de la universidad, tiene un trabajo, paga sus propias contribuciones y conoce a alguien especial. ¿Usted lo continúa viendo como un niño o joven y ve ese mismo nivel de participación en su vida? Hemos visto muchos padres mayores teniendo dificultad en ese tiempo de transición con sus hijos que son ahora adultos. La inversión emocional al dar de su amor, tiempo y energía puede causar que los padres estén cegados a las maneras en que ellos continúan interviniendo e intercediendo en la vida de adulto de sus hijos. Mientras que estos padres puede que tengan intenciones amorosas, involuntariamente dificultar la vida de sus hijos adultos puede causar rápidamente problemas en sus relaciones, y en algunos casos, puede llegar a convertirse en  resentimiento.

Ahora, al usted ver cómo está en transición con sus propios hijos, hay otro lado de esta moneda de “transición” que nosotros, como hijos adultos, pasamos primero. En nuestra carta Abuelos/Madre y Padre describimos que nuestros propios padres pasan por estos mismos retos de crianza que nosotros mismos pasamos con nuestros hijos. Para algunos de nosotros puede ser que pasemos por unos efectos secundarios negativos (o positivos) como resultado de los retos de nuestros propios padres al pasar por la transición de las etapas con nosotros.

El pasado otoño asistimos a una conferencia de matrimonios donde el Dr. Dan Allender explicó que de acuerdo a su experiencia puede asociar un 90 por ciento de los desacuerdos matrimoniales a que uno de los hijos adultos no haya “dejado a sus padres” y no haber pasado (transición) la lealtad de los padres al cónyuge. El dejar a sus padres no significa no tener una relación con ellos o que usted los deshonrará. Mas bien, el dejar a sus padres es reconocer que el ser adulto y el matrimonio crean una nueva relación. Esta nueva unión familiar debe tomar una prioridad mayor a la de la familia de origen de usted o su cónyuge. Y así cómo usted debe “dejar a sus padres”, eventualmente nuestros hijos deben “dejarnos” también.

El punto clave en la transición de los padres es que debemos entender y apreciar la fuerte unión emocional de nuestros propios padres tal como nosotros tendremos que reconocer eso con nuestros propios hijos. Sin embargo, si a sus padres se les dificultó hacer las transiciones  necesarias, es nuestra responsabilidad el amorosamente crear una nueva dinámica en nuestra relación con ellos… para el bienestar de nuestro matrimonio y familia.

Siempre tendremos a una mamá y un papá. Siempre seremos una mamá y un papá. Estas relaciones existirán por siempre, pero deben tomar un sentido nuevo y saludable. Así que al usted pasar por las etapas de transición con sus propios hijos la meta es apreciar cada etapa y pasar a la próxima con equilibro.

Bendiciones para su familia,

Shelly y Rich