Aventura. ¿No suena exótico? Como Lis es de Suecia, viajar es parte de nuestro ADN familiar. La aventura trae nuevas vistas, sonidos, olores, sabores y experiencias. Viajamos para visitar a los padres de Lis cada dos años y aprovechamos la oportunidad para explorar otros países. El estrés de viajar puede ser bastante agotador tanto para jóvenes como para mayores, por lo que intentar una cultura familiar de mentalidad aventurera requiere preparación conductual.

Se esperaba que nuestros hijos participaran en nuestra vida, no que nosotros atendíamos excesivamente a sus tendencias infantiles. Después de todo, el objetivo de la crianza es discipular a sus hijos para que se conviertan en adultos funcionales. Deseábamos que fueran buenos compañeros de vida que soportaran las incomodidades de los viajes, la novedad de los diferentes gustos y las sensacionales vistas y sonidos de diferentes culturas, todo a una edad temprana. En esencia, queríamos que tuvieran una mente abierta con una expectativa positiva dada la variedad de la vida.

La clave aquí es tener la mente abierta con expectativas optimistas. Para fomentar esa mentalidad, acuñamos la frase: “Tienes que intentarlo antes de llorar”. Con el tiempo, la frase se convirtió en el lema familiar cuando se enfrentaban a algo nuevo que los niños podrían considerar poco atractivo. En otras palabras, “No vas a dejar de comer esto sin darle una buena oportunidad. Es mejor que te propongas que te guste”. Con la práctica, los niños no solo comerían ese bocado cuestionable, sino que lo harían con expectativas positivas. Y eso marcó una gran diferencia. No tenían que comérselo todo, pero tenían que hacer todo lo posible para que les gustara. Y, por supuesto, no se trataba solo de comer. Uno se encontrará con todo tipo de novedades que deben ser enfrentadas con un espíritu abierto.

¿No es eso lo que quieres de tus hijos? Quieres que esperen su vida con ansiosa anticipación donde cada nueva experiencia se sumará a la riqueza y el disfrute de la vida. Solo porque no les terminó gustando la primera vez, está bien.  Tendrán otra oportunidad en algún momento futuro.  “Tengo que intentarlo antes de llorar” no es una idea única. No, podrán volver a intentarlo la próxima vez porque en ese momento habrán crecido, la vida habrá cambiado y la experiencia será diferente. “Nadie se mete dos veces en el mismo río. Inténtalo de nuevo”. Es importante que sus pequeñas personalidades no se cimenten en torno al patrón de “no me gusta eso”, lo que podría terminar definiéndolos como cerrados de mente y reacios al riesgo.

El resultado: nos complace decir que nuestros hijos no le temen a la vida. En los primeros años de su vida adulta, las perspectivas con mentalidad aventurera viven en la siguiente generación. Están abiertos a nuevos alimentos, por supuesto, pero también a nuevas personas, nuevas ideas, nuevos escenarios de vida. La moraleja aquí no está solo en leer sobre lo maravillosos que creemos que son nuestros hijos, sino en evaluar realmente la diferencia entre un espíritu abierto y uno cerrado. La vida ofrece aventuras en las que es normal retirarse con ansiosa anticipación de la novedad, pero hay que animar a cada persona a hacer un esfuerzo sincero y de mente abierta antes de llorar por ello. Diseña la cultura de tu familia para que tenga un espíritu abierto de aventura.

Para el bienestar de su familia, con mentalidad aventurera.

Dave y Lis Marr

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